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2.35 ¿Qué negocio había montado la Iglesia vendiendo indulgencias como «entradas para el cielo»?

Hacia la Reforma

Dios quiere que todos vayan al cielo. Jesús instituyó el Sacramento de la Reconciliación (Confesión) para que podamos recibir el perdón de nuestros pecados después del bautismo. Para estar completamente absueltos de pecado y llegar a encontrarnos en el cielo con Dios, éstos tienen que ser expiados en el Purgatorio.

A veces el papa puede conceder una indulgencia para reducir el tiempo pasado en el Purgatorio. Esta indulgencia es una señal de la misericordia de Dios y puede obtenerse, por ejemplo, orando una cierta oración o haciendo una peregrinación. En esencia, por lo tanto, las indulgencias son algo hermoso. Sin embargo, en la Edad Media, las indulgencias fueron cruelmente abusadas y vendidas como "entradas al cielo". La crítica hacia esta práctica está completamente justificada.

 

Los sacramentos y las indulgencias nunca han sido una «entrada para el cielo», y, como tal, su venta es un abuso grave y una blasfemia.

Esto es lo que dicen los Papas

Una praxis equilibrada y profunda de la indulgencia, obtenida para sí o para los difuntos, puede ser una ayuda válida para una nueva toma de conciencia de la relación entre Eucaristía y Reconciliación. Con la indulgencia se gana “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en lo referente a la culpa “… La práctica de la indulgencia, que, además de la doctrina de los méritos infinitos de Cristo, implica la de la comunión de los santos, enseña “la íntima unión con que estamos vinculados a Cristo, y la gran importancia que tiene para los demás la vida sobrenatural de cada uno”. [Papa Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, n. 21]