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4.14 Jesús perdona, pero ¿cómo puedo yo perdonar?

La llamada a la santidad

Todos cometen errores. Probablemente estés irritado con frecuencia debido a las debilidades o fallas de alguien, y otras personas se enfadan cuando cometes un error. En esos momentos, es maravilloso si puedes experimentar el perdón de alguien.

A veces puede parecer extremadamente difícil de perdonar. En tales situaciones, es muy importante darse cuenta de que Jesús siempre perdona, tantas veces como sea necesario. ¡Descubra cómo usted también puede alcanzar este nivel de perdón y encuentre la libertad perdonando a los demás!

 

Acepta el perdón de Jesús. Él lo sabe todo. Si él te perdona, ESTÁS perdonado. Y ahora trata de perdonarte a ti mismo y a los demás.
La sabiduría de la Iglesia

¿Cómo alcanza el ser humano la bienaventuranza?

El ser humano alcanza la bienaventuranza en virtud de la gracia de Cristo, que lo hace partícipe de la vida divina. En el Evangelio Cristo señala a los suyos el camino que lleva a la felicidad sin fin: las Bienaventuranzas. La gracia de Cristo obra en todo hombre que, siguiendo la recta conciencia, busca y ama la verdad y el bien, y evita el mal. [CCIC 359]

¿Qué importancia tienen para nosotros las Bienaventuranzas?

Las Bienaventuranzas son el centro de la predicación de Jesús; recogen y perfeccionan las promesas de Dios, hechas a partir de Abraham. Dibujan el rostro mismo de Jesús, y trazan la auténtica vida cristiana, desvelando al ser humano el fin último de sus actos: la bienaventuranza eterna. [CCIC 360]

¿Qué normas debe seguir siempre la conciencia?

Tres son las normas más generales que debe seguir siempre la conciencia: 1) Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien; 2) La llamada Regla de oro: “Todo cuanto ustedes quieran que les hagan, háganselo también ustedes a ellos”(Mt 7, 12); 3) La caridad supone siempre el respeto del prójimo y de su conciencia, aunque esto no significa aceptar como bueno lo que objetivamente es malo. [CCIC 375]

¿Conoce la Sagrada Escritura un camino para alcanzar la felicidad?

Somos felices confiando en las palabras de Jesús en las bienaventuranzas.

El Evangelio es una promesa de felicidad para todas las personas que quieran recorrer los caminos de Dios. Especialmente en las Bienaventuranzas (Mt 5,3-12) Jesús nos ha dicho concretamente que contaremos con una bendición infinita si seguimos su estilo de vida y buscamos la paz con un corazón limpio. [Youcat 282]

¿Qué dicen las bienaventuranzas?

Bienaventurados los pobres en el espíritu, 

porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, 

porque ellos heredarán la tierra. 

Bienaventurados los que lloran, 

porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, 

porque ellos quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, 

porque ellos alcanzarán misericordia. 

Bienaventurados los limpios de corazón, 

porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán ellos llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, 

porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. (Mt 5,3­12) [Youcat 283]

Esto es lo que dicen los Papas

Como escribe el apóstol San Juan, “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, aquél que es fiel y justo perdonará nuestros pecados” (1ª Jn 1,8f). Estas palabras inspiradas, escritas en los primeros días de la Iglesia, comienzan ese discurso sobre el pecado mejor que cualquier otra expresión humana, que está estrechamente relacionada con la reconciliación. Comprenden el problema del pecado en su horizonte antropológico, como parte integral de la verdad sobre la persona humana, pero inmediatamente la insertan en el horizonte divino, en el que el pecado se enfrenta con la verdad del amor divino, justo, generoso y fiel, que se manifiesta sobre todo con el perdón y la redención. [Papa Juan Pablo II, Reconciliación y Penitencia, n. 13]