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M.9 ¿Por qué debería atenerme a las Reglas de Enfrentamiento si el enemigo no lo hace?

Enemigo y guerra

No son sólo reglas: te ayudan a actuar en todo momento de acuerdo con tu vocación como soldado y cristiano. Dejar de lado estas reglas significa dejar al enemigo arrastrarte al fondo desde tus altos estándares morales. En todo momento se debe respetar la dignidad humana del enemigo. Cada sufrimiento y muerte es mala, incluso la del enemigo.

La Biblia nos dice que somos parte de la lucha entre el bien y el mal. Cada día, el enemigo de Dios trata de atraernos al lado oscuro tentándonos a hacer lo que sabemos que está mal. Mantenerse fuerte en la moral y en la fe es importante. Jesús fue aún más lejos estando dispuesto a sufrir y morir - ¡no sólo por sus amigos, sino también por sus enemigos! Por ejemplo, esto podría traducirse en acciones concretas cuando una nación decide no unirse a la carrera armamentística.

¡No te defraudes a ti mismo! Jesús dio su vida por sus enemigos en lugar de jugar sucio según sus mismas reglas.
La sabiduría de la Iglesia

¿Cómo se atenta contra el derecho a la integridad física de la persona?

Se atenta contra este derecho mediante el uso de la violencia, el secuestro y la toma de rehenes, el terrorismo, la tortura, la violación, la esterilización por la fuerza, así como con la amputación y la mutilación.
Estos atentados fundamentales contra la justicia, la caridad y la dignidad humana tampoco están justificados cuando están respaldados por la autoridad del Estado. Con la conciencia de la culpa histórica también de los cristianos, la Iglesia lucha actualmente contra todo empleo de la violencia corporal y psíquica, y especialmente contra la tortura. [392 Youcat].

¿Son el secuestro, la tortura y el terrorismo moralmente incorrectos?

Los secuestros y el tomar rehenes hacen que impere el terror y, mediante la amenaza, ejercen intolerables presiones sobre las víctimas. Son moralmente ilegítimos. El terrorismo, amenaza, hiere y mata sin discriminación; es gravemente contrario a la justicia y a la caridad. La tortura, que usa de violencia física o moral, para arrancar confesiones, para castigar a los culpables, intimidar a los que se oponen, satisfacer el odio, es contraria al respeto de la persona y de la dignidad humana. Exceptuados los casos de prescripciones médicas de orden estrictamente terapéutico, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral [CCC 2297].

¿La Iglesia estuvo involucrada en prácticas crueles en alguna ocasión?

En tiempos pasados, se recurrió de modo ordinario a prácticas crueles por parte de autoridades legítimas para mantener la ley y el orden, con frecuencia sin protesta de los pastores de la Iglesia, que incluso adoptaron, en sus propios tribunales las prescripciones del derecho romano sobre la tortura. Junto a estos hechos lamentables, la Iglesia ha enseñado siempre el deber de clemencia y misericordia; prohibió a los clérigos derramar sangre. En tiempos recientes se ha hecho evidente que estas prácticas crueles no eran ni necesarias para el orden público ni conformes a los derechos legítimos de la persona humana. Al contrario, estas prácticas conducen a las peores degradaciones. Es preciso esforzarse por su abolición, y orar por las víctimas y sus verdugos [CCC 2298].

¿Qué exige la ley moral en caso de guerra?

La ley moral permanece siempre válida, aún en caso de guerra. Exige que sean tratados con humanidad los no combatientes, los soldados heridos y los prisioneros. Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes, como también las disposiciones que las ordenan, son crímenes que la obediencia ciega no basta para excusar. Se deben condenar las destrucciones masivas así como el exterminio de un pueblo o de una minoría étnica, que son pecados gravísimos; y hay obligación moral de oponerse a la voluntad de quienes los ordenan. [CCCC 485].

¿Es la objeción de conciencia permisible?

Los poderes públicos atenderán equitativamente al caso de quienes, por motivos de conciencia, rehúsan el empleo de las armas; éstos siguen obligados a servir de otra forma a la comunidad humana [CCC 2311].

¿La ley moral es siempre válida en combate?

La Iglesia y la razón humana declaran la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. “Una vez estallada desgraciadamente la guerra, no todo es lícito entre los contendientes” (Gaudium et Spes 79). Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no combatientes, a los soldados heridos y a los prisioneros [CCC 2312-2313].

Esto es lo que dicen los Papas

Una ética y un derecho basados en la amenaza de destrucción mutua –y posiblemente de toda la humanidad– son contradictorios y constituyen un fraude a toda la construcción de las Naciones Unidas, que pasarían a ser «Naciones unidas por el miedo y la desconfianza». [Papa Francisco, a las Naciones Unidas, 25 de septiembre 2015].